Las cebollas verdes, también llamadas cebolletas, son versátiles y tienen un sabor intenso, y añaden sabor y color a innumerables recetas. Se pueden comer crudas o cocidas. Mézclalas en un plato o úsalas encima para una bonita guarnición. Por eso, sería lógico tenerlas a mano, pero, por desgracia, pueden ponerse blandas y viscosas antes de que las uses, y eso es un verdadero desperdicio de comida y dinero.
La buena noticia es que si almacena las cebollas verdes de forma adecuada, durarán más días que si las dejara en el refrigerador en el paquete en el que venían. A continuación, describiremos tres opciones para almacenar cebollas verdes: en el alféizar de la ventana, en un frasco en el refrigerador y sobre toallas de papel húmedas en el refrigerador. Elija su favorita y mantenga esas cebollas verdes frescas y listas para usar en sus recetas favoritas.
- Comience con cebollas verdes frescas: en la tienda o el mercado, revise las cebollas verdes con cuidado para asegurarse de que no estén marchitas, viscosas o magulladas. Cuanto mejor estén cuando las lleve a casa, más durarán.
- Transpórtelos con cuidado: coloque las cebollas verdes cerca de la parte superior de la bolsa de compras para que no se aplasten ni se golpeen.
- Mantenga la raíz intacta: no corte el bulbo de las cebollas hasta que esté listo para usarlas.
- Humedézcalos: cuando llegue a casa del supermercado o del mercado de agricultores, coloque los bulbos en agua rápidamente para que las hojas no se marchiten. Todos los métodos de almacenamiento que se indican a continuación implican mantener los bulbos húmedos.
- No las enfríes demasiado: si bien el refrigerador puede ser un excelente lugar para almacenar cebollas verdes, mantenlas fuera de cualquier lugar del refrigerador que se enfríe mucho o se congele.
Quizás te sorprenda saber que las cebollas verdes se pueden conservar a temperatura ambiente, al igual que otros tipos de cebollas. Pero a diferencia de las cebollas curadas, las cebollas verdes necesitan agua para mantenerse frescas; de esta manera, son más como flores. Aquí te explicamos cómo hacerlo.
- Elija un frasco, vaso o jarrón de fondo grueso que sea lo suficientemente alto como para sostener las cebolletas sin que se caigan.
- Coloque las cebollas verdes en el frasco con la raíz hacia abajo.
- Llene el frasco con suficiente agua fría o a temperatura ambiente para cubrir las raíces, aproximadamente una o dos pulgadas.
- Luego, simplemente coloque el frasco en el alféizar de la ventana de su cocina.
- Cambie o agregue agua cada dos días, según sea necesario.
¡Almacenadas de esta manera, sus cebollas no solo se mantendrán frescas sino que también seguirán creciendo!
Si no tienes un alféizar en la cocina, puedes guardar las cebollas verdes en el refrigerador siguiendo las mismas instrucciones para guardarlas en el alféizar, pero luego cubre la parte superior de las cebollas con una bolsa de plástico (puede ser la bolsa en la que venían o una bolsa con cierre hermético). A continuación, te indicamos cómo hacerlo:
- Coloque las cebollas verdes en un frasco, vaso o jarrón de fondo grueso con la raíz hacia abajo, luego llene el frasco con suficiente agua fría o a temperatura ambiente para cubrir las raíces.
- Cubre las cebollas verdes con una bolsa de plástico. Quieres conservar algo de humedad dentro de la bolsa, por lo que necesitas apretarla un poco. Si usas una bolsa de frutas y verduras, coloca una banda elástica o una cuerda alrededor de la bolsa donde se junta con la boca del frasco; si usas una bolsa con cierre hermético, simplemente ciérrala lo más que puedas. No necesitas un sello hermético, solo lo suficiente para mantener la humedad.
- Traslada el frasco al refrigerador. Asegúrate de colocarlo en un lugar donde no haya riesgo de que se caiga, por ejemplo, puedes colocarlo entre otros elementos en la puerta del refrigerador.
- Reemplace el agua cada dos días.
En lugar de colocar las cebolletas en un frasco, puedes usar una toalla de papel y una bolsa o recipiente para guardarlas. A continuación, te indicamos cómo hacerlo:
- En primer lugar, envuelva las cebollas verdes en una toalla de papel ligeramente húmeda. La humedad proporciona la humedad necesaria para un almacenamiento adecuado; sin embargo, si la toalla está demasiado mojada, puede favorecer la putrefacción.
- Si lo prefieres, puedes rociar la toalla con agua después de envolver las cebollas verdes.
- Coloque las cebolletas envueltas dentro de una bolsa de plástico o un recipiente de almacenamiento; no es necesario que esté herméticamente cerrado. Vuelva a humedecer la toalla de papel si se seca y reemplácela si se humedece demasiado.
Si tienes cebollas que se están pudriendo, no tienes por qué tirarlas. En lugar de eso, vuelve a cultivarlas. Aquí te explicamos cómo:
- Primero, corte una pulgada de la parte verde de cada cebolla, manteniendo la parte blanca con las raíces intactas.
- Plante las cebolletas en su jardín o en una maceta en el alféizar de su ventana, con el extremo de la raíz enterrado en la tierra.
- Mantenga la tierra húmeda con riego frecuente.
- Cada vez que necesites cebolla verde, corta algunas de las puntas, dejando la parte blanca con las raíces plantadas en el suelo.
- Las cebollas volverán a crecer y podrás seguir haciéndolo siempre que no toques las raíces. En muchos lugares, las cebollas verdes incluso sobreviven al invierno.
Una última opción para conservar las cebollas verdes es congelarlas. A continuación, le indicamos cómo hacerlo:
- Lave bien las cebollas verdes y séquelas.
- Retire el extremo del tallo, luego pique las cebollas verdes, separando las partes verdes y blancas si planea usarlas de manera diferente en las recetas.
- Extiende las cebollas verdes picadas en una bandeja para hornear forrada con papel pergamino y congélalas durante aproximadamente 2 horas.
- Transfiera las cebollas a una bolsa o recipiente hermético para congelador (nuevamente, separe las partes blancas de las verdes si desea usarlas de manera diferente).
Guárdelas en el congelador hasta por 6 meses (estarán seguras indefinidamente, pero el sabor puede deteriorarse con el tiempo). - Puedes usarlos directamente del congelador para la mayoría de las recetas o descongelarlos primero en el refrigerador.